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Opinión

La voz de las niñas y los niños en la construcción de paz

Tenemos la costumbre de afirmar indistintamente que “los niños son el futuro”: El futuro de nuestras familias, el futuro de nuestras comunidades, el futuro de nuestras ciudades y campos, el futuro de nuestras naciones… de tanto pensar en quienes pueden llegar a ser, se nos olvida lo más importante, ¡ya son!  Nos llegó el momento de cambiar este discurso y de transformar nuestra actitud al respecto.

 

Un primer y necesario paso es visibilizar a las niñas. Las prácticas discursivas que las desconocen contribuyen a la brecha entre los géneros y borran de la acción comunicativa, y por ende de la historia, a sujetas de derechos.

 

Diferentes investigaciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y Naciones Unidas, han documentado la importancia de promover el empoderamiento de las niñas y su impacto positivo en el desarrollo de las sociedades.

 

También requerimos reconocer a las niñas y los niños como sujetos de derechos en el presente, garantizar su interés superior ahora, darles la palabra, permitirles participar, involucrarles en las reflexiones sobre su entorno y trabajar con ellas y ellos en el abordaje de las problemáticas y las posibles soluciones, integrarles en tales acciones.

 

El país está presto a un nuevo proceso electoral en medio de un momento histórico, luego de la suscripción del Acuerdo Final del Teatro Colón y la participación de las FARC como nuevo partido político, la expectativa de sobre la continuación de las conversaciones con la guerrilla del ELN y la subsistencia del conflicto armado interno en el que subsiste la presencia paramilitar.

 

¿Cómo construir paz en este contexto?

 

La paz no se consigue sólo con el cese de las hostilidades de los actores armados y su reincorporación a la vida civil.

 

La paz se construye más aún en la cotidianidad, en los microentornos en los que participamos. ¿De qué paz podemos hablar cuando familiares y conocidos de las niñas y los niños son los principales perpetradores de violencia sexual? El abandono, la inasistencia alimentaria, el trabajo infantil o la explotación sexual son solamente algunos ejemplos de que prepararnos para el postconflicto no se logra viendo lo que hacen “otros”.

¿Cómo compaginar en lo cotidiano un acuerdo de paz en una sociedad que por décadas ha acudido a la violencia? La paz debe construirse también desde nuestros hogares, desde nuestras escuelas. La violencia escolar, incluido en matoneo escolar o bullying, son una grave violación a los Derechos Humanos de niñas y niños y por eso ambos entornos deben contar con mecanismos para prevenirlo y atenderlo efectiva e integralmente.

 

Nos faltan herramientas para abordar los conflictos de manera propositiva. La polarización actual del país es una muestra de los vacíos que tenemos en el funcionamiento familiar, educativo, comunitario, institucional. Reconocer las diferencias es el principal reto que tenemos para romper los ciclos de violencia que se perpetúan.

 

Consecuente con ello, desde VOCES DE INCLUSIÓN hemos decidido apoyar a una institución educativa oficial, que se seleccionará por concurso, con el proyecto “Todas las voces de mi Escuela”, que brindará herramientas técnicas a las y los integrantes de la comunidad educativa ganadora, para la promoción de los Derechos Humanos y la construcción de una cultura de paz, mediante la incorporación de enfoques diferenciales, el fortalecimiento institucional, la edu-comunicación y el consumo crítico de medios.

 

Nuestro aporte es una forma de decir las niñas y los niños no son sujetos pasivos en la construcción de la paz. Su deseado futuro sólo es posible si ahora, en el presente, les reconocemos e involucramos como protagonistas de la necesaria transformación de nuestra sociedad.

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